La mamba negra es una criatura veloz, inquieta y lentamente venenosa que, cuando se siente amenazada, puede resultar muy agresiva. Se le ha achacado la pérdida de numerosas vidas humanas, y los mitos africanos exageran sus poderes hasta proporciones de leyenda. Por todo ello, la mamba negra se considera sin discusión la serpiente más letal del planeta.
La mamba negra vive en las sabanas y las Colinas rocosas del sur y el este de África. Se trata de la serpiente venenosa más larga de África, pues puede alcanzar los 4,5 metros, aunque la media está en torno a 2,5 metros. También se encuentran entre las serpientes más rápidas del mundo, capaces de deslizarse a 20 kilómetros por hora.
Su nombre no se debe al color de su piel, que suele ser verde oliva o gris, sino al negro azulado del interior de su boca, que abren cuando se sienten amenazadas.
La mamba negra es un animal esquivo, y cuando se le planta cara casi siempre intentará escapar. Sin embargo, cuando está acorralada, esta serpiente eleva la cabeza, a veces a una altura equivalente a un tercio de su cuerpo, despliega un capuchón como el de las cobras, abre su negra boca y sisea. Si el rival persiste, la mamba no ataca una vez, sino muchas, inyectando en cada ocasión grandes cantidades de una potente toxina que afecta al sistema nervioso y al corazón.
Antes de la llegada del antídoto específico, la mordedura de esta temible serpiente era letal en el 100% de los casos, normalmente en menos de 20 minutos. Por desgracia, el antídoto aún no está disponible en todas las zonas rurales del territorio de la mamba, y las muertes provocadas por este animal siguen siendo frecuentes.
La mamba negra no tiene ningún estado de conservación especial. Sin embargo, la invasión de su territorio, además de presionar a la especie, contribuye a que aumenten los potencialmente peligrosos encuentros entre el ser humano y estas serpientes.